16.11.12

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Un día esta señora, María, se encuentra caminando entre nubes, de pronto llega a las puertas del cielo, San Pedro muy atareado le pide espere un momento, así que Maria espera incierta, la dirige hacia un autobús lleno de otros pasajeros, toma asiento, y entonces inicia el recorrido.

Llegan a una hermosa ciudad de oro, deslubrantes techos llenaban de luz las calles, hermosos jardines adornados de lámparas de oro, entonces San Pedro abre la puerta y empieza a bajar algunas personas, María se levanta y se encamina hacia la puerta, voltea San Pedro y le dice, -“No María, esta ciudad es para la gente que que vivió para los demás, que dedicó su vida a ayudar, tu no perteneces aquí“.

Continúa el camino entre las nubes, vuelven a parar en una ciudad de Mármol, Blancas paredes iluminaban la ciudad, hermosos jardines, columnas sosteniendo los techos, se abre la puerta y empiezan a bajar personas muy felices, María se levanta inmediatamente, sigue la fila que va bajando y San Pedro la detiene, -“María, esta no es tu parada, aqui viven las personas que solía ayudar a su prójimo, que donaba a los pobres, que alimentaba a los enfermos“ . María regresa a su asiento.

La siguiente parada, ciudad de cristal, transparentes casas, colores relucientes, hermosas figuras en los jardines, flores colgaban de los postes, la gente se veía feliz, María pensó, seguro yo pertenezco aquí. Pero rápidamente San Pedro la detiene, “No, esta ciudad es para los que dieron ejemplo, vivieron sin dañar a nadie, vivieron en armonía, amaban a su prójimo“. Enojada, vuelve a su asiento, no podía creer que no le correspondía ninguna de esas ciudades.

El autobus se detiene en un basurero, la gente traía carritos de supermercado cargados de latas y basura, las calles, solo revestidas de tierra, mostraban el deterioro, el fétido olor llenó el autobus, María siguió sentada, pero San Pedro se dirige hacia ella, le dice: “Ahora si, tu perteneces a este lugar, toda tu vida viviste para el chisme, no te compadeciste del pobre ni de los enfermos, jamás intentaste convivir con nadie que no fuera de tu clase, a las personas egoístas, las dejamos aquí“

María empieza a llorar, le suplica que no la abandone ahí, San Pedro le contesta que no puede hacer nada, “tuviste toda una vida para ser mejor, pero preferiste vivir para tí“, lloraba sin cesar, las lagrimas corrían por su rostro,  los gritos se ahogaban en su garganta, de repente, sus sollozos la despiertan, se incorpora y se sienta, estaba en su cama.

Al día siguiente, al salir de su casa voltea a ver al lava coches, toma de su bolso un poco de dinero y le pide que le compre a su esposa esa estufa que le había pedido, al terminar de hacer sus compras, sonría a la señora que le embolsa sus cosas y le agradece, le da una propina digna, saluda a su vecina enferma y le envía un poco del caldo que preparó al medio día, al terminar el día, besa a su esposo, voltea hacia la figura de San Pedro y le dice: “Gracias por esta oportunidad“