Como este tiempo es de familia, pues las anécdotas están por todos lados, asi que, en la noche de año nuevo, mientras el Tio Marco nos armonizaba con música ochentera, Alí hacía sufrir a sus carritos, Pato y Angie bailaban opa ganga sta, los primos mayores se reian hasta de las moscas, mis hermanas y yo empezamos las remembranzas, recordámos otra historia de las abuelas Roas:
Contaban que iba un día un campesino caminando con su mula, quién le ayudaba a alivianar sus jornadas de trabajo, sin darse cuenta, le llegó la noche, de repente, la mula cae en un pozo profundo, no dejaba de rebuznar desesperada.
El hombre, igualmente apurado, trató de ayudarla, le tiro el lazo, la mula no lograba asirse de el, luego, metió una rama grande para que se trepara, pero nada daba resultado, la mula de tanto rebuznar e intentar salir estaba extenuada.
Derrotado, decidió ayudar a bien morir a la pobre mula, empezó a aventarle tierra para enterrarla y que dejara de sufrir, la tierra y las piedras golpeaban a la mula, pero cuando vio cada montoncito de tierra, se trepaba en ella, el campesino apaleaba mas tierra, el animal, adolorida, cansada y triste, se trepaba al siguiente montoncito, hasta que de repente la mula salió del hoyo y junto con su amo, felices, prosiguieron su camino.
Decían las abuelas, que aunque parezca que no hay salida y los golpes duelan, algo positivo vendrá, aunque parezca imposible...