Como ustedes saben, tengo dos años en un proceso de divorcio, largo, aparatoso, lleno de golpes bajos, en el que los únicos que ganarán quizás sean los abogados, porque mis hijos y yo, hemos aprendido lo que un hombre encaprichado es capaz de hacer. aparte de todas estas cuestiones legales que han llegado de regalo.
Lo más concreto es que si no tienes un buen abogado, terminarás en la calle, sin dinero, sin trabajo y aparte, con toda una historia alterna a la verdad.
También he aprendido que cada vez hay mas leyes que protegen a la mujer y a sus hijos, aunque tarde varios años, muchos de los cambios a los códigos son para proteger los abusos a los que por años hemos sido educadas como algo normal.
Los menores de edad, tienen derecho a alimentación y una educación digna, como la que ellos estaban acostumbrados, servicio médico, sano esparcimiento. No se vale que si el hombre está enojado, tiene derecho a castigarlos con dinero, que ponga en riesgo su sano crecimiento. Y el DIF, investiga cada niño que está en medio de un proceso para que no sea perjudicado.
Tiene derecho al libre tránsito, como todo mexicano, si sus papeles son retenidos es violencia patrimonial, eso se logró en mayo de este año en el congreso.
Tan fácil que fué casarme, peinada para la foto, comiendo mocos...y mira lo que llevamos para poder terminar todo.
Lo que sí repaso y vuelvo a repasar, que ahora “es solo alguien que solía conocer“, como dice la canción, solo era cuestión de darme la vuelta y dejar todo eso atrás, el tiempo, que más dá, es lo que más me sobra.
