Bajaron dos ángeles del cielo, destinados a una misión y caminaban entre la gente. Al llegar la noche, uno de ellos, mayor y de más experiencia, decidió pedir posada en algún hogar, escogió una gran Hacienda.
Llegaron a las puertas y tocaron, un hombre bien vestido, el dueño, al verlos vió la importancia de su presencia, así que los recibió, los pasó a la casa impecablemente arreglada, con pasillos largos que llevaban a las habitaciones, les mostró la cocina diciéndoles: “Ahí encontrarán lo que sobró de nuestra cena, pueden tomar algunos alimentos, pero dejen el resto para la servidumbre“
Cuando terminaron de comer, llegó el hacendado, les ofreció un lugar donde dormir, “Pero no pueden andar por la casa sin mi consentimiento, síganme“. Teniendo en mente que diría el pueblo entero al saber que dos ángeles llegaron a su casa, decidió alojarlos por esa noche.
Los llevó por pasillos húmedos y sucios, una escalera al sótano, otro pasillo, luego una habitación oscura con una cama y un petate en el piso. Los ángeles cansados se acostaron a dormir. Habiéndo pasado gran parte de la noche, el joven ángel se despierta y observa que su compañero arreglaba la pared, resanaba unas gritas que se habían formado, tomaba el cemento y lo untaba suavemente para que no se notaran las uniones.
Al día siguiente, dieron las gracias y partieron. Llegaron a una pequeña choza, hecha de piedra y palmas en el techo, tocaron y abrió un par de humildes campesinos, honrados por tan importante visita, les ofrecieron el único plato de comida que tenían, su mejor cubierto, su único vaso de leche.
Al terminar de comer, los campesinos les ofrecieron su cama, “Quisiera que nos disculparan por el estado de la cama, pero le cambiamos la sábana y las almohadas“, ellos tomaron un pedazo de cartón y durmieron en el piso.
Al siguiente día los sollozos los despertaron, les dijeron, -Murió nuestra única vaca, con la que nos manteníamos, no sabemos como podremos sobrevivir“
Los ángeles, agradecieron su hospitalidad y partieron. El joven indignado cuestionó al mayor, -“¿Porque lo permitió? Usted pudo haber salvado a su vaca, nos demostraron ser almas buenas y usted no los ayudó- el ángel solo respondió “Las cosas no son lo que aparentan“, el joven siguió con su malestar diciendole que al hacendado que los trató tan mal, lo premió con resanar su pared, ¿Porque había hecho eso?...el ángel sonrió y dijo, “Las cosas no son lo que aparentan“
Cuando el joven se encontraba un poco mas tranquilo le compartió: “En la pared del hacendado, las grietas estaban dejando ver un tesoro escondido, brillantes monedas se asomaban por las grietas, así que las resané, la noche que pasamos con los campesinos, llegó el ángel de la muerte, le pedí que no se llevara a la mujer del campesino, quien se encontraba muy enferma, le ofrecí la vaca“
“Las cosas no siempre son lo que aparentan“