Estaba en el patio jugando con el buen Benjamín, un hermoso perro Blue heeler, quien se desvivía por su pelota, al morderla, hacía un pitido, que lo mantenía bastante entretenido.
Me la traía y se quedaba parado esperando que se la aventara, en eso entra mi hijo Andy, dueño de tan singular mascota, y, no lo van a creer, pero hasta parecía que sonreía, brincaba a su alrededor, extasiado de felicidad..
Que grande es el amor que puedes tener hacia una mascota, que te regresa ese amor con devoción, aunque sea solo un animalito.
Escuché una vez una leyenda maya al respecto, contaba que, las personas al morir, generalmente se les presentan varios caminos, de los cuales deberán decidir el correcto y que en ello estriba a que lugar llegaremos.
En el caso de las personas que tuvieron mascotas, al morir, los animalitos llegan a ellos, ayudándoles a decidir el camino, como sus pensamientos son puros e incorruptos, solo ven con el amor que tuvieron a su amo, acompañándolos al cielo.
Quizás solo es una leyenda, pero los que en algún momento hemos tenido mascotas, sabemos cuan grande puede llegar a ser nuestro amor hacia ellos y han disfrutado del amor que te dan.
Que tengan una linda semana.