Escuche una anécdota muy divertida:
Iba Gabriel muy apurado para visitar a sus hijas, vivían en una ciudad cerca de Los Angeles, como siempre, le gustaba llegar a tiempo a recoger a sus niñas de la casa de su ex-pareja, ellas esperaban ansiosas el paseo con papá.
Sin darse cuenta, Gabriel paso frente a un policía con una velocidad mayor a la permitida, por lo que el oficial inmediatamente lo detuvo. Sin muchas explicaciones aceptó la multa que le aplicó, la cita a la corte seria inminente. Gabriel había oído que cuando te dan una multa, si el oficial no aparece, al momento que te llaman para escuchar tu lado de la historia, ya en la corte, el juez no te puede juzgar y es imposible multarte, pensó: "Yo me presentaré y el oficial seguro no irá"
Llegada la fecha de su cita con el juez, segurísimo que el oficial no aparecería, acudió a la hora precisa, bajo de su auto y se dirigió al elevador, la sala de la corte estaba en el segundo piso, cuando de repente, antes de cerrarse las puertas, meten una mano, las puertas volvieron a abrirse, con sorpresa Gabriel ve entrar al oficial que le aplicó la multa, quien lo saluda amablemente.
En su mente, Gabriel entiende que su plan había fracasado, el oficial ahí estaba listo para su juicio, su mente empezó a buscar un sinfín de coartadas, -Enfermare a mama? Pensó, pero, Donde se enferme de verdad? -Iba tarde al trabajo, pero, yo trabajo en otra ciudad, chin!
Bajaron juntos del elevador, cada quien siguió su camino, Gabriel pensó, quizás el va a otra oficina. Entro a la sala, tomo asiento, empezó a ver a todos los multados como inventaban innumerables excusas, las cuales el juez, sin expresión alguna, solo les decía al final: "Culpable!"
Lamentando su suerte, pero con esperanza de que el oficial no volviera, seguía ensimismado en el juez, cuando de pronto, justo a su lado, se sienta el oficial, sonriendo, lo vuelve a saludar. -Dios Mío! dijo Gabriel. Hoy no es mi día!
El juez llamó: Mr. Gabriel Perez! Gabriel volteó a ver al oficial y con sonrisa de vergüenza se encaminó al estrado, el oficial desconcertado, fue llamado al frente de igual manera. El juez lee el delito, "Es verdad que el día tal, iba usted a exceso de velocidad? Gabriel, aun con la mente llena de excusas, solo se atreve a decir: "Si, su señoría, lo hice" bajando la cabeza.
El juez voltea hacia el policía, este apenado a su vez, le explica al juez, que no encontró los papeles de la multa por ningún lado, que había puesto muchas multas ese día y que la del Señ
or Gabriel no la encontró, siguió explicando que esperaba que no se presentara y así tendría que pagar la multa, pero que como se presentó
y los papeles no estaban, le dejaba al juez la decisión.
El juez, solo dijo: "No existiendo el comprobante, no hay multa" volteó hacia Gabriel y le dijo, "Señor, esta de suerte, puede irse"
Todavia sin poder creerlo, con la mayor de las sonrisa, Gabriel abandonó la corte.
Dios trabaja en muy diferentes maneras! :)